20070730

Donde no crees

Un día como cualquier otro de esos pegajosos y llenos de presiones laborales, por el momento todo ha tomado una calma momentánea pues el jefe salió a comer y las cosas están tranquilas, las coincidencias que existen dentro de la armonía de una monotonía dedicada al trabajo poco a poco dan suspiros y descansos, este, es uno de esos momentos; la tarde pinta algo húmeda y llena de recuerdos, fastidio de la rutina de calentar las viandas es prueba de que uno sigue en el trabajo, gracias a Dios, todo mundo ha salido a comer hoy y solo han dejado dos personas para la guardia, en caso de que halla una urgencia.

Dedicados compañeros de trabajo, amigos y confidentes, se reúnen para comer lo poco que han bajado de las cocinas y suele ser no muy apetitoso pero en fin, es comida, el reflejo de los dos en la ventana del final de comedor y la cercanía del uno con el otro les sirve para mantenerse caliente, mientras toman la sopa, la niña, tiene hambre pero no esta segura de querer comer en esas condiciones, le deprime el poco mobiliario que hay en la reducida sala dedicada a la alimentación de los empleados y la soledad del edificio gris y estrecho es una sensación para una mujer tan viva como ella, termina rápido u sopa y se levanta un momento. Hoy, ha ido vestida con su traje de complementos, compuesto de una falda gris aplizada, un pequeño saco tipo toreador y una blusa beige que deja entre ver por momentos las delicadas pautas de su curvatura, se estira y bosteza por un momento, el hastío de la tarde comienza a involucrar sus pensamientos hacía otras pautas.

El recuerdo de la noche anterior sumida en la complicidad de su habitación busca consuelo en los pequeños placeres de estirarse y recordar de sus vivencias, Lups, abstraída y devota a darse siempre el gusto de lo que quiere, hoy esta un poco mas dedicada a si misma que a las presiones del día, un poco para acá, un poco para allá, el pequeño vaivén de su cuerpo le sirve de consuelo mientras siente como sus muslos interiores entrar en contacto de vez en vez, el consuelo no es profundo y tal vez sea mejor dedicarse a casar las aventuras que le envían por correo, para darle un poco de vuelo a su imaginación, toma un trozo de pan y un vaso con agua de sabor que les trajeron de la cocina, se encierra en su pequeña oficina de tres metros por tres metros y cierra la puerta, teniendo cuidado de no llamar mucho la atención del personal de limpieza que entró a la cocina para limpiar los restos de comida que dejaron los comensales. Se sienta frente a la pantalla y da unos cuantos toques al teclado, su primer correo es una carta cadena que pide por el bien de los niños de algún país que no le interesa demasiado, el segundo es solo otro mensaje más en contra de las corporaciones transnacionales y del mal que le causan al planeta; nada, nada inspirador. A punto de cerrar la aplicación y comenzar a navegar por la red en busca de algo más entretenido, balancea las piernas de manera que le cuelguen de la silla y de vez en vez la falda sube un poco más, descubriendo y cubriendo los muslos, sumida en sus pensamientos, y a punto de caer dormida por el aburrimiento y la falta de quehaceres, escucha que alguien llama a su puerta, ante la sorpresa se levanta de golpe y la silla resbala, lupita termina en el suelo con un golpe en la cadera y con una pequeña rasgada en la falda, invisible a los ojos de cualquier hombre, pero inequívocamente notable para las fieras de la oficina. Se levanta abre la puerta y encuentra Gaby tocando, se acomoda un poco la ropa y el cabello después del golpe y se soba la cadera, Gaby, extrañada mueve un poco la cabeza y la ve con aire de duda , “estas bien” pregunta Gaby, obviando la respuesta lupita se sienta y le enseña a Gaby le accidente en la falda, la otra no puede contener la risa y se tapa la boca para no soltarla a todo pulmón, “si quieres te ayudo con eso” realmente no importa tanto, un par de horas mas y sería libre, pero la idea de que alguien mas note lo que paso le incomoda un poco, “bueno” Gaby sonríe y sale de la oficina para buscar hilo y aguja, Gaby es de esas personas que siempre tiene lo indispensable en el cajón y no tardará en regresar, Lupita, se sienta a esperar y cruza la pierna de manera natural, un pequeño error, la rasgadura se hace mas pronunciada y ahora es casi un cuarto de la falda que está abierta, ahora si sería imposible que no lo notará todo el mundo, lanzando un par de maldiciones al aíre, y entre sollozos de frustración y rabia contra la casualidad regresa Gaby, lupita voltea y con un simple gesto le hace entender que ahora el problema es más, Gaby le indica se ponga de píe para poder zurcir el accidente.

Se pone de píe y lo mas derecha que puede mientras Gaby hace su labor, de vez en vez lupita se queja del dolor y Gaby le dice que se quede quieta, que así no puede trabajar, dos o tres empujones y quejas más, la costurera se desespera, toma a lupita por las caderas, la sienta y de un jalón le quita la falda, ante la mirada atónita de lupita, esta, berrea y se queja que es muy mala modelo, y se sienta en la silla para terminar con su trabajo, lupita, apenada y sin mucho más que un par de medias, un liguero y sus pantaletas para cubrirse se sienta jalando la blusa hacía abajo para tapar la desnudez de sus interiores, cuando termina de zurcir, extiende la falda con tono de triunfo y la extiende para que la cliente vea su dedicación y habilidad reflejada. Al levantar un poco la vista ve como su interlocutora está sentada estirando la blusa hacia abajo para cubrir sus piernas mientras mantiene la mirada de asombro, Gaby nota el moretón que le dejo la caída y le pregunta retóricamente que le paso, la otra solo responde con la mirada y Gaby entiende en el primer momento, sin decir nada corre y trae su bolsa, cuando regresa lupita se está acomodando la falda, atónita, nuestra costurera vuelve a bajarle la falda y la sienta de nuevo; con los ojos como platos nuestra protagonista solo ve que introduce la mano en su bolsa y saca un tubo que contiene algún especie de fomente, se vacía un poco en las manos y comienza a frotar.

Las caricias de Gaby son suaves y relajantes, justo lo que se necesita para pasar estos momentos dentro de la oficina, deja volar su mente y su mirada ya no está más en su compañera, disfruta con sus cariños y recuerda momentos vividos anteriormente; el cuerpo puede jugarnos muchas bromas y esta es una de esas ocasiones, las manos de Gaby rápidamente pasan del moretón y recorren las piernas de su amiga hasta donde no cubre la tela, los muslos, ya no son un secreto entre ellas, y ahora sus manos pasan por la parte interior de ellos, un sutil desliz del cuerpo hace que las piernas se abran de una manera natural dejándose llevar por la sensación. Una sensación húmeda llena ahora sus interiores y sigue dejándose llevar, se pregunta si la otra se habrá dado cuenta de esto, por un momento abre los ojos y nota que la sensación no proviene de ella, la cabeza de su compañera está metida entre sus rodillas y el vaivén de su cuello hace suponer la actividad que realiza, en medio del miedo, de la duda y del cálido regalo no sabe qué hacer, sus caderas empiezan a responder por ellas solas y son acompasadas por el ritmo de los pequeños suspiros que salen de su boca, la temperatura en la habitación se eleva y sus músculos comienzan a perder la fuerza, ya no es dueña de sus reacciones, el dulce intruso en sus labios la hace dar suspiros y pequeños gemidos que reprime para que nadie fuera de ese pequeña oficina pueda escuchar.

Una dulce locura invade su cuerpo y mientras abre y cierra los ojos al ritmo de sus caderas nota como las prendas de Gaby van cayendo poco a poco, baja su boca, la acerca al cabello y respira mientras cruza los brazos sobre los hombros de ella, y absorbe los olores que se emanan del perfume , un pequeño momento de calma detiene el avance de las caderas y la boca húmeda hasta las comisuras de Gaby se levanta, para dar una picara mirada hacía ella, con el suspiro en la boca Lupita no puede más que buscar los labios de ella, sumirse en un coctel de humedad, distinta a las que había probado, la sensación de conocer su sabor la excita, y quiere más, besa tiernamente a su amiga y le acaricia la cara, Gaby la extiende sobre la silla, ella solo se deja llevar disfruta de sus caricias, del intruso de las manos , sus caderas aceleran el ritmo mas y mas, algo pasa, se detiene, siente un peso extra sobre ella, abre los ojos y nota la denudes de Gaby sobre ella, siente la piel, siete su piel contra su piel, el calor del momento y los humores del perfume de su privacidad, unida a la música de sus deseos, mueve el pequeño cubículo, el ritmo se acelera, las manos, los dedos y las lenguas se juntan todo es un laberinto de calor y movimientos rápidos y confusos.

Por un momento todo se nubla, y queda en la oscuridad de la duda, al recobrar el conocimiento se encuentra con la ropa desarreglada, semivestida y con la cabeza llena de dudas, al salir, siente la culpa, la carga, la duda de lo que sucedió, Gaby la alcanza en el elevador para  acompañarla hasta su auto, al llegar, Gaby le toma de la cintura, le da un profundo beso que la deja sin aliento y le dice que la verá otro día que suceda un hermosa accidente como ese, se despide y Lupita se queda sola, en medio del parque vehicular y la lluvia ha empezado a caer.

 


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